martes, 27 de noviembre de 2007

Contraluz

Americanos (73)


Única producción durante los setenta de una banda que mereció más suerte debido a sus intenciones musicales y sin embargo quedó relegada a la categoría de grupo de culto. En la música de Contraluz se aprecian contenidos folklóricos e incluso tangueros pero no como ornamentaciones musicales o debido a la incorporación de instrumentos típicos, sino como evidencia de su formación cultural que inevitablemente aparece en las composiciones. Caracteriza a la música de Contraluz una poderosa base en manos del bajista Diego Prochnik y del dúctil baterista Néstor Barrio, un guitarrista, Carlos Barrio que puede ser sutil en unos pasajes y enérgico en otros, el reiterado protagonismo de la flauta transversa, ejecutada por Alejandro Barsi que hizo que la banda tuviera que soportar el mote de imitadores de Jethro Tull, calificación injusta, no porque en algunos momentos no se asemejen a la banda británica sino porque cercena la amplitud musical de un grupo que ya en ese momento tenía personalidad propia y que daba evidentes muestras de estar en la búsqueda de una madurez que no pudimos apreciar por ver truncada su evolución. La voz de Alvaro Cañada llega a extremos que con un estilo diferente son explorados por ejemplo por cantantes como Francesco Di Giacomo de Banco. Escuchar el álbum nuevamente después de 25 años me produjo una profunda emoción que probablemente me reste objetividad, pero no creo equivocarme al decir que temas como "Indios sin Prisión", "Sin Trabajo" o "La Sarna del Viento" están entre los mejores que se han producido en Argentina. Ya desde los títulos se aprecia el compromiso de sus letras. Contraluz recientemente se ha reunido y editado un nuevo álbum llamado "El Pasaje". Es de esperarse que esto motive la reedición en CD de esta obra.

El Pasaje


Luego de 27 años Contraluz volvió a los estudios para grabar una nueva obra. Continúan dentro de la vertiente progresiva pero no se han quedado dormidos en el tiempo.
El Pasaje: Extenso tema de 19 minutos de duración dividido en tres partes: La Oscuridad, El Sueño y Amanecer. Contraluz se atreve a contar una historia y lo hacen realmente muy bien, con cambios rítmicos acordes al relato, momentos de intensidad, y de distensión. La batería suena tan bien como antes, el bajo ha mejorado, Carlos Barrio emplea más recursos que en aquellos años. No deja de llamar la atención la nueva voz de Contraluz, Jaime F. Madero y la presencia tan profusa de teclados también en manos de Jaime.
Claridad: Una canción melódica, con guitarra acústica y pasajes del teclados sonando delicadamente, una poesía cuidada dedicada al amor.
Amigo: Un comienzo instrumental de energía sin estridencias con piano y guitarra, que resuelven en una melodía que acompaña a un canto a la amistad. La voz de Jaime Madero es correcta sin mostrar un registro amplio pero sin errores, seguramente más adecuada para estas canciones que la poderosa voz que nos mostraba hace años Alvaro Cañada. Promediando el tema una sección instrumental liderada por los teclados. Sobre el final es la guitarra eléctrica de Carlos Barrio la que predomina.
La Cima: Como en los ´70s toman elementos folklóricos que amalgaman con el rock, Carlos Barrio alterna la guitarra acústica con una poderosa guitarra eléctrica, pero deja lugar al lucimiento de los teclados. Varios cambios rítmicos que se apoyan en la sobriedad de la base de Néstor Barrio en batería y Freddy Prochnik en el bajo. La desolación del hombre que conserva ideales en el Siglo XXI.
El Gigante: Un poderoso rock de riffs con la emblemática flauta de Contraluz esta vez bajo el dominio de Carlos Barrio. Otra vez impecables Néstor Barrio y Prochnik, con gran lucimiento del bajo a lo largo del tema especialmente en la segunda mitad luego de un lamentablemente breve pasaje dónde la flauta y el bajo se quedan sonando solos. En las letras nuevamente se advierte disconformidad con las conductas de los tiempos que corren.
Hay una Voz: Tema casi pastoral, con aires medievales pero con pasajes de sabor folklórico. Piano, guitarra acústica y necesaria flauta. Una melodía melancólica y un mensaje esperanzador.
Exilio en el Espacio: Otro tema extenso (más de 18 minutos), con una primera mitad que se basa en una tonada lenta que se interrumpe con pasajes instrumentales de instrumentación más enérgica, cambios rítmicos en un interesante despliegue instrumental que mantiene la línea del álbum donde en ningún momento se recurre la disonancia o la estridencia.
Contraluz podría haber optado por volver a tocar los magníficos temas de los '70s o por retomar el viejo estilo que los convirtió en una banda de culto del rock argentino. Sin embargo decidieron tomar por la senda más riesgosa. Renovaron las formas musicales, incorporaron nuevos instrumentos, las letras evidentemente siguen manifestando sus inquietudes pero la temática es acorde a los tiempos que corren. Aceptaron los riesgos y salieron airosos. No es momento de evaluar si este álbum hará historia como lo hizo Americanos, lo importante es que Contraluz está en actividad ofreciendo una propuesta más que válida en el escuálido panorana actual del rock argentino.

Ramos Generales:


Luego de una larga espera Contraluz edita su segundo álbum de esta nueva etapa, tercero de su discografía. Hay muchos puntos de contacto con el anterior CD, “El Pasaje” fundamentalmente en el tratamiento sinfónico de las composiciones. Sin embargo lejos de quedarse conformes con los buenos resultados de ese trabajo, felizmente han incorporado elementos que han sido enriquecedores en la mayor parte de los casos. El sumergirse en los ritmos autóctonos fusionándolos con el rock, sin dejar de sonar como rock ha sido una característica de la banda desde sus primeras épocas. Ahora se agregan también varias pinceladas tangueras. No es que Contraluz necesite de estas características para sonar a rock argentino (y esto va más allá de cantar en castellano), su musicalidad es intrínsecamente nacional. Pero estos aportes rubrican una búsqueda de identidad propia que siempre se notó en la banda. También hay temas que se inclinan al pop elaborado y algunas baladas, que si bien no forman parte de mis temas favoritos, debo reconocer que balancean adecuadamente el contenido del cd. En los aspectos instrumentales, todos los comentarios de mi parte son positivos. Tanto por lo demostrado en el álbum como asi también, en vivo hablar de la solidez de la base de Nestro Barrio y Freddy Prochnik es ya un lugar común, solo podemos remarcan la comodidad con que se adaptan a los diferentes ritmos. La amplia gama de sonoridades que surge de los teclados de Jaime Fernández Madero y el empleo de diferentes instrumentos por Carlos Barrio: guitarras eléctricas, acústicas, charango y su notable progreso en el instrumento fetiche de la banda, la flauta transversa, dan como resultado una obra multicolor que se enaltece con los arreglos orquestales en manos de Fabián Cartier. El nombre del álbum no podía ser mas adecuado. Hermoso trabajo gráfico del Tano de Palermo.


Carlos Barrio: Guitarra
Néstor Barrio: Batería
Alvaro Cañada: Canto
Alejandro Barsi: Flauta traversa y voz
Diego Prochnik: Bajo

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