por Daniel Varela
Cuando recibí la invitación para participar escribiendo un “top ten” de música progresiva hecha en los años setenta, pensé que sería útil exponer algunas ideas para sostener mi elección de discos. Los rankings suelen ser opinables y quedar sujetos a preferencias con mayor o menor grado de arbitrariedad según el cronista, aunque tambien se observan éstas cuestiones en notas periodísticas de diversa intención. Este planteo se renueva cada vez que leo catálogos, websites, revistas, etc, que insisten en injertar al fecundo árbol del rock progresivo ramificaciones de dudoso origen. Categorías como “Sinfónico” y “Progresivo” no son equiparables e incluso, podría decirse que son mutuamente excluyentes. Mientras los intentos “sinfónicos” terminan por reproducir las formas del rock incluído en la industria del entretenimiento, el rock progresivo es producto de planteos bastante más sustanciales. No se trata de artificios intelectuales o exclusivamente técnicos, de hecho, muchos ejemplos de música progresiva son producto de una creatividad con alto grado de intuición. El conjunto de argumentos sonoros en términos de nuevas técnicas, lenguajes y combinaciones instrumentales se nutren de planteos y prácticas sociales tales como las formas de producción, circulación y destino de las “obras” de música. No se trata del tipo de instrumentos usados ni de las técnicas como novedades en sí mismas sino de la forma en que se crea la música, los caminos por los que circulará y qué se pretende con su creación. Afortunadamente, el tema es bastante más abarcativo que el resultado estético e instala el desafío de pensar sobre lo que se escucha. Los estilos de grupos y músicos pueden ser múltiples, pero más allá de la disparidad puede analizarse la presencia de factores comunes que, justamente, harían posible su definición como progresivos. Una advertencia: lo progresivo no es equiparable a un sonido, o estilo musical con cierto color. Sería bastante desafortunado suponer herencias estéticas por aplicación de “asociaciones libres” mezclando aportes provenientes de músicas y tradiciones muy dispares a menos que sean producto de una elección conciente ( dirigida) de cada artista o grupo. No se trata de hablar livianamente sobre la influencia de John Cage o Igor Stravinsky en grupos de rock sólo porque algunos de éstos suenen “raro”. Un mejor conocimiento del contexto social en que fueron creadas las músicas, así como de las motivaciones y puntos de referencia de los creadores serán de indispensable ayuda para opinar con mayor fundamento. Además de escuchar discos, podemos valernos de ésas herramientas para ensayar análisis y lograr valoración más plena de este vasto terreno musical que cuenta con más de treinta años de historia. Los interesados pueden buscar ésa ayuda en los catálogos comentados de Wayside Music, Recommended Records, en el libro File Under Popular de Chris Cutler, en la discontínua revista UnFiled ( editada por el mismo Cutler) y – entre los escasos aportes en castellano – en revistas como la difunta Esculpiendo Milagros de Buenos Aires y la española Margen.
En Buenos Aires también, el proyecto de librería ideado por Norberto Cambiasso intenta conformar un espacio dedicado a difundir éstos temas y lo encontrarán en los links de ésta página.
He intentado basarme en éstos principios para elegir diez discos que aprecio muy especialmente. Hay muchísimos más...
Daniel Varela
Nota: Daniel varela respondió a mi pedido de enviar sus diez discos favoritos acompañañdo su listado de los comentarios aquí presentados. En mi opinión Daniel en este breve parrafo aporta una serie de conceptos y opiniones que no puedo ni quiero desaprovechar y por eso lo incorporo en el sector definiciones.
Black Moon
1) Guru Guru : UFO ( Ohr, 1970)
El caos creativo reinante en
2) Algarnas Tradgard : The Garden of Elks ( Silence, 1971)
La lejana Suecia generó una escena donde los grupos de rock aprendieron de las antiguas formas folklóricas. El sello Silence documentó buena parte de éste acontecer durante los setenta registrando a bandas impecables como Kebnekaise y Samla Mammas Manna. El sonido de Algarnas Tradgard recoge las tradiciones folk nórdicas con sus violines de melodías modales al tiempo que incluye los mántricos sonidos hindúes propios de los tardíos sesentas. Largas piezas de una música estática, instrumental, con algunos tratamientos minimal y apoyada por órganos eléctricos y percusión de tablas. Sonidos prolongados en los instrumentos de cuerdas, melodías tocadas en sitar y otras lujurias propias de una psicodelia tardía en las tierras de los vikingos. Para dar otra idea del clima reinante, citaré títulos como “Anillos de Saturno” y el imponente “Dos Horas sobre Dos Montañas Azules con un Pájaro-de-Reloj-Cucú a Cada Lado...”
3) Hatfield and the North: Hatfield and the North (Virgin,1973)
Un álbum clave para distinguir el sonido de la música de Canterbury. El primer disco de un fantástico grupo cuyo lenguaje incluía complejos ritmos, exquisitas melodías en la tradición de la canción inglesa, sofisticación armónica y solos jazzísticos. Con un indudable espíritu compositivo, el tecladista Dave Stewart creaba riffs con recursos del contrapunto formal y juegos de armonías suspensivas mientras la batería de Pip Pyle (exGong) tejía una percusión tan intrincada como sutil. Richard Sinclair aportaba su fina voz y un estilo de bajo con gran elaboración al tiempo que Phil Miller desarrollaba un toque de guitarra con jazz y giros barrocos. La idea de “temas”queda supeditada a un concepto de “suite”, como si se tratara de una larga obra con secciones distintas pero con un hilo conductor. El criterio orquestal para el grupo eléctrico fue notable y contó con la exquisita participación vocal de Amanda Parsons y Barbara Gaskin. Tambien estuvieron el gran Robert Wyatt y los instrumentos de viento de Geoff Leigh...Un ejemplo contundente del rock expandido a través de recursos tomados de otras músicas. Un ejemplo tan valioso como el primer álbum de National Health, grupo que – casi con igual formación- continuaría el proyecto creativo de Stewart algunos años después.
4) Gong : You .Radio Gnome Invisible Part 3 ( Virgin,1974)
En el maravilloso website de
5) Opus Avantra: Opus Avantra ( Trident,1974)
La música de éste grupo italiano resultaría inclasificable de no existir la dimensión progresiva. Cómo explicar sino los resultados de combinar elementos folk, climas psicodélicos y música de cámara derivada del atonalismo vienés cercano a 1920 tanto como de la improvisación y el free de los 60´s?. La espontaneidad formal de las piezas mantenía la tradición intuitiva del rock mientras la expresiva voz de Donella del Monaco transitaba los caminos del lirismo académico y los experimentos más arriesgados con enorme delicadeza. Alfredo Tisocco, pianista y compositor del proyecto, lograba un equilibrado juego de estructuras y pasajes más libres que serían marca distintiva de otros álbumes del grupo tanto como de sus propios trabajos solistas para ballet y teatro experimentales.
6)Henry Cow: Unrest ( Virgin,1974)
Al escuchar hace años “Blittern Storm over Ulm”, el tema con que comienza Unrest, sentí una enorme sorpresa. Se suponía que los grupos de rock no usaban sus guitarras para hacer sonidos disonantes y que los ritmos –en apariencia- desarticulados eran patrimonio de músicas “complejas” como el free jazz y la composición contemporánea. Henry Cow resumía las virtudes y los descubrimientos de todas esas tradiciones sonoras y las transmitía con poder de síntesis y comprensión profunda. El instrumental eléctrico del rock, estrategias compositivas, saxo y fagot propios de una orquesta y zonas abiertas al caos improvisatorio. Fred Frith cambiaría la idea que se podía tener sobre lo que era un guitarrista de rock así como Chris Cutler lograba que la batería fuera un instrumento con infinitos colores y no sólo una máquina rítmica inexpresiva. Tim Hodgkinson exprimía sonidos y ruidos con su saxo y Lindsay Cooper incluía el fagot en un nuevo contexto. John Greaves no era el clásico bajista de “acompañamiento” y sus bases sinuosas ayudaban con fuerza a la complejidad reinante. Un ejemplo paradigmático de nuevas maneras de producir sonido y generar formas alternativas de narración musical. Un ámbito propicio para que los músicos se interrogaran sobre el origen y las intenciones de su lenguaje, aún en términos políticos ( tal lo que inicialmente promoviera el Rock In Opposition ). Henry Cow comprendió plenamente los términos de éste problema e ideó formas para ensayar soluciones.
7)Area: Crac! ( Cramps,1974)
Italia era una fiesta, o más bien un volcán en erupción...Universidades tomadas, proyectos comunales, guerrilla urbana y planteos sociales radicalizados serían un contexto del que la cultura rock no estaría ausente.
De hecho, Area participaría activamente del amplio espectro de la izquierda tocando en actos políticos y movilizaciones. La impresionante voz de Demetrio Stratos exhibía todo tipo de recursos, gritos, falsetti y una afinación impecable que harían historia. La estructura de los temas incluía riffs polirrítmicos, acentuaciones irregulares, disonancias surgidas del jazz moderno, velocidades sorprendentes y giros étnicos del este europeo, Africa o el mundo árabe. Los sintetizadores agresivos y la guitarra virtuosa volarían sobre una base sorprendente con toda clase de refinamientos. Humor corrosivo en las letras, crónica política, música de alta elaboración y la inmediatez del rock más enérgico serían el sello distintivo de Area.
Un grupo tan notable como el catálogo de Cramps, donde se editaban obras claves como un especial sobre poesía sonora de cinco discos o la música de los héroes Fluxus Juan Hidalgo y Walter Marchetti.
8)Zao: Shekina ( Musea, 1975)
Francia aportaba al progresivismo su invención de la música Zeuhl originada en los desarrollos de Christian Vander y Magma. Del interminable árbol genealógico de grupos derivados de ése sonido, Zao tiene sonido propio y cierta consistencia que , en algún punto, superaría al sonido del núcleo primigenio de Magma. Zao fue invención del saxofonista Yoch´ko Seffer y resultó un cruce de música Zeuhl con fuentes étnicas muy definidas. A la rítmica insistente, quebrada, disonante y eléctrica clásica del Universo Zeuhl, Seffer agregó una mayor cuota de improvisación jazzera y un concepto compositivo más claro. El piano Rhodes de Francois Cahen ayudaría con su tejido eléctrico al rico diálogo rítmico del bajista Gerard Bertram y el baterista Jean-My Truong de un modo más consistente que las largas épicas de Magma basadas en la música de Carl Orff. El toque euro- oriental estaría dado por melodías modales de aspecto árabe que en buena medida surgían de la herencia húngara de Seffer y que serían foco de sus otros proyectos posteriores como Septuor, Neffesh Music y Chronochromies en los que el jazz, lo étnico y la composición formal se mostrarían con gran consistencia.
Otro acierto en la política de reediciones del sello francés.
9)ZNR: Barricades 3 ( Recommended,1976)
Zazou ´n Racaille son dos extraños personajes que gestaron un sobresaliente cruce de caminos entre la música de cámara, el “art rock”, las formas extendidas de canción y un claro sentido compositivo. Otra perla rescatada por el catálogo Recommended bajo la mirada cuidadosa y el concepto claro de Chris Cutler. Un extraño cabaret donde la música de cámara con armonías impresionistas y un claro perfil surrealista remitían a Erik Satie o al Stravinsky más sereno en tanto que los textos reconocñian sus deudas a Raymond Roussel y a la tradición de los cadáveres exquisitos. Se dice que el original de Barricades vendió sólo 155 copias y que fue muy difícil de localizar por mucho tiempo.La fina música para teclados y las voces procesadas más algún instrumento inusual harían distintivo al dúo de Hector Zazou y Joseph Racaille al punto de incluírlos en una especial familia sonora junto a Pascal Comelade ( y sus instrumentos de juguete) o Harold Budd ( las recientes colaboraciones de Zazou dan cuenta de ello).
En todos ellos puede pensarse en la extraña huella de Satie pìsando la tierra fértil de las experiencias de composición ligadas al rock.
Se hizo algo difícil elegir de entre los muchos discos setentistas de Zappa.
Opté por su doble Live in NYC teniendo en cuenta su amplio muestrario de climas, estrategias y colores en su “obra”. Hablar de obras no resulta tan pretencioso si tenemos en cuenta el concepto y lo abarcativo que tiene la música de FZ. En éste poderoso álbum doble nos encontraremos con sus planteos teatrales de la forma canción (la fabulosa historia del diablo en “Titties & Beer” encarnada por el baterista Terry Bozzio), o su peculiar versión de los estilos americanos – el descabellado blues del “Illinois Enema Bandit”-. Tambien están presentes las increíbles páginas instrumentales como “The Purple Lagoon” y “The Black Pages”, plenas en sobresaltos rítmicos y juego orquestal de enorme presición. La guitarra sangrienta de Zappa hace de las suyas y el concepto de figura – fondo de las partes instrumentales permanece con toda claridad a lo largo de una maratón en la que no faltan obsesiones zappianas como el rock más radical, los estilos de los años cincuentas y ciertos desarrollos de la música contemporánea ( no del todo asociados a Varèse como se suele asociar, sino más bien a ciertos stravinskismos ). Hay humor en una “justa” cuota ( muchas veces, Zappa se muestra demasiado preocupado por el humor y resta consistencia a su música), y la gran carga instrumental hace que el álbum sea lo más parecido al equilibrio. Otro de los intentos más serios de aplicar el concepto de composición al mundo sonoro del rock .
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