por César Inca.
Antes que nada, gracias por conceder algo de tu tiempo para esta entrevista. Cuéntanos un poco sobre los inicios de Tánger: fundación, miembros antiguos... Los comienzos de Tánger se remontan a mediados de 1995. Daniel Algieri, quien fue el primer flautista de la banda, y yo, publicamos un aviso buscando guitarrista y baterista. Muy rápidamente respondieron Calo Silvetti, baterista, y Sergio Borromei, guitarrista, quienes venían tocado juntos. Inmediatamente comenzamos los ensayos, trabajando sobre material compuesto previamente por mí. Por entonces la banda se llamaba Terra Incógnita. En octubre de ese año hubo un problema, más bien personal que musical, entre Silvetti y Borromei, lo que provocó el alejamiento de este de la banda, que aun no se había presentado en vivo. Por otro aviso se incorporó Marcos Serra, con quien hicimos el debut el 6 de enero de 1996 en el Teatro Santa María, de Buenos Aires. Luego del segundo concierto, en febrero de ese año, debimos cambiar el nombre, porque Terra Incógnita ya estaba registrado. Desde entonces nos llamamos Tánger. Durante 1996 y comienzos de 1997 hicimos muchas presentaciones, entre ellas un ciclo en El Subsuelo, un lugar muy prestigioso del underground porteño, más bien orientado hacia el jazz y el blues. También tocamos mucho al aire libre, en plazas y parques de Buenos Aires. A mediados del 97, Marcos Serra dejó la banda porque no quería seguir el intenso ritmo de ensayos que llevábamos y Calo Silvetti hizo lo mismo, pero esencialmente porque quería darle un vuelco más comercial al estilo del grupo. De inmediato se incorporó Julián De Ambrosio, baterista y gran amigo mío, quien ya era seguidor y colaborador externo de la banda. Casi simultáneamente se integró Ignacio Lois en la guitarra. La actividad entonces se hizo más intensa, tocamos con más frecuencia y llegamos a grabar el primer disco. Ante eso se volvió imperioso trabajar más que nunca y eso produjo el alejamiento de Daniel, en enero de 2000. Pronto se incorporó Damián Lois, hermano de Ignacio, en la flauta y seguimos trabajando como cuarteto, auque a veces con Francisco Huici en saxo alto y Miguel Palma en guitarra acústica y teclados como invitados. El segundo CD, La otra cara, se comenzó a grabar a mediados de 2000 y recién se pudo terminar a mediados de 2002, con el país sumergido en una tremenda crisis económica y política. Mientras, masterizamos una grabación en vivo, de un concierto de noviembre de 1999, llamada Extra brut-en vivo, que suena muy bien, pero que no fue editada oficialmente. Vendimos algunas copias en CD-r y está a la venta en mp3.
La crisis en nuestro país llevó a que Julián emigrara a España en agosto de 2002 y fuera reemplazado por Ignacio Martínez. El mismo camino siguió Ignacio Lois en febrero de 2003 y hasta hace poco ocupó su lugar Agustín Valero.
¿Cómo llegaron las oportunidades de editar un CD? ¿Fueron duras las sesiones de grabación? La grabación del primer CD llegó por la ayuda de nuestros amigos y por las ganas de hacerlo que teníamos. Uno de ellos, Rodrigo Gómez, hizo las tomas con un portastudio a cassette de 8 tracks. No teníamos mucho tiempo, así que en tres sesiones grabamos todo. En la primera, la batería: doce temas seguidos. Teníamos sólo un micrófono propio y cinco prestados, no todos buenos, y apenas tres jirafas para sujetarlos, así que hubo que recurrir al ingenio. Usamos de todo, desde atriles hasta palos de escoba. Fue complicado y apasionante a la vez... un desafío. El lugar era una vieja casa donde funciona un pequeño centro cultural barrial, así que no había buena acústica. Usamos frazadas y colchas para amortiguar el sonido. Las otras sesiones las hicimos en mi departamento. En la segunda grabamos el bajo y las guitarras y en la tercera, flauta, saxo y teclados adicionales. Todo rápidamente y casi de primera toma. El gran desafío era lograr un sonido "en vivo" tocando por separado. No podíamos hacer una gran producción, así que la idea fue recrear el sonido que tenía la banda en vivo, casi sin hacer tomas adicionales fuera del cuarteto. El problema eran las partes improvisadas, como en Más allá de la noche, que en vivo era mucho más largo. Fue difícil, tocando por separado, lograr un clima similar al que producíamos en concierto.
La mezcla la hice con otro amigo, Miguel Palma, en dos noches, y en otra noche hicimos la masterización en la PC. El dinero para la edición nos lo prestaron otros dos amigos, los hermanos Joaquín y Julián Jares. Nosotros nos encargamos de todo: de ir a la imprenta, a la fábrica, de la parte legal, la distribución y la venta. En dos o tres meses pudimos devolver el dinero que nos habían prestado.
¿Cómo resultaron las sesiones de grabación para "La Otra Cara", en comparación con el CD debut? Todo lo que íbamos recaudando de la venta del primer CD y de los conciertos decidimos invertirlo en la grabación de "La otra cara". Queríamos grabar en un estudio y tomarnos las cosas con más calma. En realidad, terminamos trabajando en dos estudios, el Estudio del Nuevo Mundo y el Estudio del Garaje, esta vez en 16 canales digitales en ADAT. La idea era, de todos modos, seguir con ese concepto de "sonido en vivo" del grupo, sin mucho maquillaje. De hecho, hay cuatro temas grabados "en vivo", de primera toma, en el estudio. Son: Los ritos, El ermitaño, Espectros y La otra cara. Hay muy pocos overdubs en todo el CD. Por cierto, el dinero y el tiempo nos apremiaron y no pudimos hacer la mezcla como lo hubiéramos deseado. Ciertamente, me hubiera gustado tomar más tiempo para todo. Para la edición apareció Felipe Surkan, de Viajero Inmóvil, así que una vez terminado el trabajo, se editó por ese sello. Él nos había ayudado en la difusión del primero.
Tengo entendido que hay nuevos integrantes en Tánger, reemplazando a otros que dejaron la banda. ¿Ya están todos trabajando en un próximo disco? Estamos grabando material para un próximo CD, haciendo tomas en nuestra sala de ensayo. Hay temas compuestos como para completar el disco, pero por ahora sólo hemos grabado dos. Ignacio Martínez y Agustín Valero participaron de las sesiones, pero este último acaba de dejar la banda porque no puede dedicarle el tiempo que necesitamos. De todos modos nos estamos tomando el tiempo para lograr el sonido que queremos, pese a las limitaciones del equipamiento. Hubiéramos querido ir a un estudio, pero para eso necesitaríamos inversión externa, así que hemos decidido hacer todo nosotros en nuestra sala y de a pocos. Si todo va bien, antes de que termine 2004 editaremos.
Tu participación en Tánger es crucial: eres el autor de todo el repertorio, al menos del repertorio grabado en los dos CDs. ¿Cómo así llegaste a asumir este rol? Honestamente, me considero más bien compositor que instrumentista. Disfruto mucho tocando, pero la composición ocupa en mí el lugar principal. Creo que asumí el rol de compositor porque estaba trabajando con músicos que no lo eran, sino que más bien eran intérpretes. En realidad siempre me pareció que las bandas que había integrado hasta entonces tenían un déficit en la composición. Es decir, cada uno podía aportar cosas, pero faltaba coherencia. No es lo mismo fusionar elementos en busca de un estilo que mezclar cosas que nada tienen que ver. Esa fue la sensación que tuve siempre, entonces, luego de intentar caminos diferentes, de pronto apareció algo que me pareció valioso. La última experiencia previa a Tánger fue un grupo llamado El Límite, separado a fines del 93, donde también tocaba Daniel Algieri. En ese grupo éramos dos los compositores, pero la línea de ambos era muy diferente. Entonces me encerré a componer y a hacer demos en el portastudio, grabando teclados, bajo y guitarra. Invité a Daniel a grabar algunas partes de flauta y de ese proceso nació casi todo el material del primer disco de Tánger y parte del segundo. Cuando sentí que había una línea, un estilo a explotar, le propuse a Daniel formar el grupo y los que se incorporaron entendieron de qué se trataba. Hay momentos de creación grupal que aparecen en la improvisación, cosa que hacemos a veces en vivo, o en temas que tienen secciones libres como El ermitaño o Más allá de la noche.
¿Existe alguna idea o concepto recurrente en la inspiración de tus composiciones? Creo más en el trabajo que en la inspiración. Trato de componer algo, al menos un fragmento, todos los días. Desde ya, hay ideas que no sé de dónde vienen, pero lo cierto es que no se compone sólo con ideas: hay que desarrollarlas. Además, si uno trabaja cotidianamente, las ideas llegan inevitablemente, luego hay que seleccionar lo que uno considera interesante y trabajar sobre ello. No suelo trabajar sobre conceptos extra-musicales. La música me parece la más abstracta de todas las artes y más aun si es instrumental, por lo tanto no creo que necesite de un contenido externo o un concepto, ni que deba ser algo programático. Hay ocasiones en que algo más interviene, puedo referirme a El sueño de los mares lejanos, que es algo evocativo, pero en mi caso es más bien una excepción. Creo que hay elementos conscientes e inconscientes en la composición, pero no sabría distinguir el límite entre ellos. Muchos factores externos pueden ser disparadores: la realidad o la ficción, el arte mismo, el cine, la literatura, lo que no quiere decir que necesariamente la música deba referirse explícitamente a ellos. De todos modos para mí basta con la necesidad de creación.
Aparte de ser bajista, también tocas teclados. ¿Cómo describirías la función de ellos dentro del sonido global de Tánger? El concepto básico de Tánger es el sonido de cuarteto, los teclados se utilizan como colchones o para aportar variantes tímbricas. La idea es tener un sonido más eléctrico y acústico que electrónico. En vivo a veces trabajamos con secuencias, pero sólo en un par de temas.
Son muchos (que no todos) los comentaristas que mencionan a King Crimson y Jethro Tull a la hora de describir el estilo de Tánger. ¿Cuáles son los alcances y límites de estas menciones, en tu opinión? Ambas bandas nos gustan. Reconozco en parte la influencia de Crimson pero, si se escucha con atención, la comparación es un tanto superficial. Tánger utiliza de otra manera y más a menudo las texturas contrapuntísticas y por otro lado, los diseños melódicos son francamente diferentes. King Crimson ha tenido influencias muy variadas y un desarrollo constante, ese es el espíritu que creo nos influye. En cuanto a Jethro Tull, considero que la flauta es tan característica que es difícil no remitirse a 'Stand Up' o a 'Benefit' al escuchar un cuarteto de bajo, batería, guitarra y flauta, pero no creo que haya similitudes compositivas importantes. Además creo que tenemos un sonido un tanto porteño, más que británico, si es que eso existe. Lo nuestro es una búsqueda personal en la que pueden aparecer todas las influencias, pero pienso que con el correr del tiempo y la suma de experiencias el estilo se va convirtiendo en algo más propio y es algo que hemos logrado en una gran medida.
¿Cuáles son los grupos y/o géneros que los músicos de Tánger suelen escuchar preferentemente? Hay muchas cosas que escuchamos y que de algún modo nos influyen, sea esto notorio o no. A mí me gustan mucho King Crimson, Van der Graaf, Genesis hasta el 76, algunos discos de Gong, Frank Zappa, The Beatles, The Police, pero también, y es quizás lo que más escucho, la música académica, sobre todo lo barroco: Bach en especial, y la música del siglo XX: Stravinsky, Bartok, Shostakovich, Lutoslawski. También, y creo que hay alguna influencia, Astor Piazzolla, además, algo de Jazz: John Coltrane, Miles Davis. Todos los integrantes de Tánger tenemos puntos de contacto y diferencias en cuanto a lo que escuchamos. Damián ama el jazz y, además de tocar música barroca, toca tango y está estudiando en profundidad la música folklórica latinoamericana.
Según parece, Tánger no es amante de crear temas de gran extensión. ¿Es cierto? - en tal caso, ¿cuál sería el motivo? No escribo temas largos porque no tuve, hasta el momento, la necesidad de hacerlo. En general me he preocupado por buscar un estilo sintético y coherente. Prefiero trabajar con unas pocas ideas breves y desarrollarlas al máximo antes que utilizar un exceso de material. En los primeros trabajos de Tánger hay algo minimalista y creo que los desarrollos tienen la extensión correcta. Pienso que hay un problema que surge de la mala interpretación de lo que sería "progresivo". Yo creo que muchos músicos han tenido la necesidad, en algún punto, de hacer composiciones más extensas porque el material de composición o porque su necesidad de expresión así lo requerían. Entonces algunos creyeron que para hacer música elaborada había que hacer temas largos, por lo tanto estiraban el material hasta el hartazgo o pegaban cinco temas. Hay bandas que lograron armar cosas extensas con una gran fluidez, como Genesis. Creo que 'Supper's Ready' es formidable, y aunque está armado como una suite con los movimientos unidos, es muy coherente. Pero otras bandas hacen temas larguísimos, a veces sin equilibrio o justificación y sin siquiera dominar ciertas formas como las de sonata, como para dar fluidez y coherencia al material. La complejidad pasa por otro lado. Basta analizar cualquiera de los preludios o fugas de El clave bien temperado de Bach o las bagatelas y las piezas para cuerdas de Webern. Son piezas breves muy concentradas y hechas con maestría. Cuando realmente tenga la necesidad y sienta que tengo un material utilizable en un molde más grande, seguramente haré algo más extenso. En el próximo disco de Tánger habrá material cuyo desarrollo está basado en formas y técnicas compositivas clásicas y barrocas, como la passacaglia, la fuga y la sonata, pero no son piezas de gran extensión. También, posiblemente, haya un elemento unificador en cuanto a los títulos, a cierto espíritu del disco y a algunos elementos extra-musicales, pero no será un álbum estrictamente conceptual.
Tengo entendido que han compartido escenario con otras bandas, como por ejemplo, Las Orejas y la Lengua. ¿Es una práctica muy habitual en la escena rockera experimental argentina eso de apoyarse mutuamente? Sinceramente, son pocas las experiencias de ese tipo que hemos tenido. Tengo muy buenos recuerdos del concierto junto con Las Orejas en el Teatro de la Fábula y de otro en La Plata junto con Baalbek, banda de esa ciudad. En otros casos hemos conocido músicos muy faltos de humildad, gente algo intratable, con quienes se hacía difícil organizar las cosas. Creo que existe una gran falta de apoyo mutuo, de solidaridad y eso es un escollo, porque todo esto se hace desde el llano.
Uno de los grandes problemas es que muchas veces debe tocarse a pérdida, o a no perder, simplemente. Eso es algo contra lo que hemos venido luchando, pero poca gente se nos ha unido. Tánger no toca en beneficio de otros ni asegura ganancias a terceros, porque valoramos nuestro trabajo. Entonces me molesta que muchas bandas accedan a tocar en lugares donde no se respeta el trabajo del músico, ya sea por no cumplir los horarios pactados, o porque les piden dinero (a veces mucho) por anticipado y a menudo el reparto de las entradas no es equitativo. Todos debemos asumir una responsabilidad ante nuestro trabajo y ante el trabajo de los demás músicos, si no ¿cómo vamos a poder seguir tocando, grabando y editando?
Se han hecho algunos festivales organizados por gente que ama esta música, pero se vuelve difícil promocionarlos y convocar al público. También hemos tocado junto a bandas de todo tipo de estilos: pop, thrash, rock and roll, reggae y hemos tenido experiencias inolvidables porque, contrariamente a lo que se pudiera esperar, la mayor parte del público resultó muy respetuoso y receptivo. Justamente la idea es abrir espacios, acercarse a gente que no sabe de qué se trata lo que hacemos.
¿Qué te parece la expresión 'rock progresivo', o 'música progresiva'? El arte no progresa, se desarrolla. Uno puede progresar técnicamente, pero lo artístico simplemente cambia, como cambian las personas al crecer, como cambia la sociedad. El arte ocurre en un momento y en un lugar determinado, de acuerdo con las necesidades de la época ¿cómo podría entonces progresar? Eso significaría, por ejemplo, que La consagración de la primavera es un "progreso" respecto a Las cuatro estaciones, lo cual es absurdo. Simplemente pertenecen a épocas diferentes, utilizan lenguajes diferentes. Lo que sí sucede es que todo arte serio y comprometido cambia, se desarrolla, entonces creo que más que "progresivo" diría "evolutivo" o "en desarrollo permanente". Pero, después de todo, ¿para qué poner etiquetas?
Con todo, el público progresivo ha sido el más receptivo a los discos de Tánger, los mismos que han sido reseñados en revistas y e-zines especializados en este género. Parece que la palabra 'progresivo' funciona mejor como una actitud (del músico y del oyente) que como una etiqueta. ¿Qué opinas?
Yo no lo llamaría público "progresivo", pero llamémoslo así, para simplificar. Por una cuestión de influencias y analogías nos hemos acercado a ese grupo de gente, porque entre ellos hay muchos que son muy perceptivos, tienen más paciencia para escuchar y no se "asustan" de la música instrumental. Me parece estupendo que haya gente que se preocupe por difundir música que se encuentra fuera de los circuitos de difusión masiva. Lo importante es crecer hacia fuera y no convertirse en un "ghetto" o una "elite". Creo que lo esencial está en el espíritu del músico y del oyente, en buscar la sorpresa. Si no lo "progresivo" dejaría de serlo, se convertiría en una fórmula, lo que sería un contrasentido. Creo que la clave está en la sinceridad, en encarar seriamente la búsqueda de un estilo propio sin estancarse. Claro, en todo esto interviene ese factor de riesgo que implica no hacer música estrictamente "bailable" o deliberadamente masiva.
¿Una última cosa que quieras agregar? (Tal vez una respuesta a una pregunta que hubieras querido que se te formulara en esta entrevista) Sí, hay algo que a veces me molesta y es que noto una cierta actitud policial que asumen algunos comentaristas de música. Emitir un juicio de valor sobre una obra es una tarea un tanto arriesgada y supone un profundo conocimiento. A veces todos nos queremos convertir en críticos y me parece que se debería dejar lugar al público para escuchar, más que juzgar. He leído comentarios sobre discos de Tánger y de otras bandas y solistas en los que aparecen puntajes arbitrarios o sentencias: "es bueno" "es malo", "no es interesante". Me parece lamentable, porque la evaluación de una obra en términos objetivos es quizás posible sólo sobre la base de elementos que muchos comentaristas no manejan, y la valoración subjetiva es sólo eso: subjetiva. Cierta música puede ser valiosa para unos y no serlo para otros, no puede medirse en términos absolutos. Entonces ¿cómo se puede poner puntaje a un disco? Y además ¿desde qué lugar se lo pone? La sensación que da es que muchos descalifican un disco o un grupo porque no les gusta, en vez de difundir, censuran. Hay mucha gente trabajando como puede, casi sin apoyo, e intentando hacer lo suyo con honestidad y, de pronto, aparece un tipo que no sabe tocar dos acordes, cuyo único "currículum" musical es conocer la formación de Yes en el 71 y pretende erigirse en crítico, como si fuera un musicólogo, y escribe poniéndose por encima de los músicos que critica. Ojo, digo esto considerando que las críticas que ha tenido Tánger han sido, en general, muy buenas.
Bueno, esto es todo. Una vez más, gracias por tu atención. Deseo la mejor de las suertes a Tánger en todos sus próximos proyectos. Gracias a ti. Ha sido un gusto para mí el conceder esta entrevista.
enero 2004
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