lunes, 26 de noviembre de 2007

Entrevista a Alejandro Barzi, el otro integrante de Contraluz

Progresiva70s ha presentado anteriormente un reportaje a Néstor Barrio baterísta de Contraluz. Los otros integrantes de la banda en la época en que se grabó el mítico álbum "Americanos" eran Carlos Barrio en guitarra, Freddy Prochnik en bajo, Alvaro Cañada en voz y Alejandro Barzi en flauta traversa. Mariano Nicolás Anastassiades (Hermano Sol), tuvo un encuentro con este último integrante y estos son sus comentarios. Quiero agradecer a Mariano esta nota. B.M.

En nuestra primera emisión de Cronopios sin fama, tuvimos el honor de tener como invitados a dos integrantes de la banda de rock progresivo Contraluz, Néstor Barrio y Freddy Prochnik. Un tercer integrante, Carlos Barrio, salió al aire por teléfono y nos reveló la ubicación de un antiguo miembro del grupo original. Dada la posibilidad de trasladarse a la patagonia, este cronopio relata el encuentro con Alejandro Barzi, flautista de Contraluz en los tempranos setenta.
Barzi es una de esas personas increíbles, con las que se puede empezar hablando sobre música y terminar conjeturando sobre las profecías mayas, que advierten las terribles consecuencias de la inconsciente actividad humana sobre el planeta. Tengo que confesar que fue la entrevista más divertida, extraña y desordenada que realicé hasta el momento. ¡Qué personaje! Veamos..., veamos... ¿por dónde comienzo? Mejor sigo el rumbo que trazó el mismo entrevistado. Sentados en el bar de una estación de servicio moderna, y entre vasos de jugo de durazno, la conversación comenzó por el final y culminó en el principio, con la elocución psicodélica del entrevistado.
A los seis años comenzó su carrera en la música, aprendiendo a tocar la guitarra y a leer música con una profesora particular. Más tarde aprendió a tocar el piano, recién a los 20 años. Cuando vendió un departamento y la chacra que había comprado comenzaba a dar sus frutos en la producción, surgió en su camino la posibilidad de tomar un puesto como maestro de música en algunas escuelas de El Bolsón. En cinco años trabajó con chicos de quinto, sexto y séptimo grado y les enseñó a fabricarse sus propios instrumentos, así que también se interesó por la luthería.
Hicieron quenas, quenachos, pincuyos, moxeños y llegaron a presentar la misa criolla con esos instrumentos nativos. Tan bien le salió la idea que en 1982, y en plena Guerra de las Malvinas, se le ocurrió presentar una grabación en Buenos Aires, contactándose con el maestro del charango, Jaime Torres, quien conducía el programa Canto de cuna. El folclorista se interesó tanto en el proyecto que lo difundió y apoyó para que Barzi y sus alumnitos se presentaran en toda la provincia de Chubut. "No dejé a nadie de lado, cada uno tenía su función dentro del grupo. El que no sabía tocar ni afinar con la voz, agarraba un bombo u otro elemento de percusión", dice Alejandro y agrega que los chicos ensayaban en los recreos, porque ése era el único momento en el que podían estar todos los integrantes juntos.
También trabajó como maestro de música en una escuela nocturna del pueblo, a la que asistían gran cantidad de músicos de la zona, o que habían venido desde Buenos Aires y residían allí desde los sesenta. Entre ellos estaban María José Cantilo, hermana del ilustre Miguel Cantilo; los músicos que ahora integran Tincazo, un famoso conjunto local de fusión entre varios géneros musicales. "Lo único que les enseñé fue a comprender el lenguaje del nomenclador musical y sus reglas, porque eran muy buenos músicos y de muy buena ductilidad", aclara Barzi.
Luego retrocede aún más en el tiempo y se remonta al año 1979, cuando el cineasta Osvaldo Terranova vino a la región a realizar una película en formato Súper 8. Ese fue el momento en el que participaron los músicos de Bolsón 5, banda que funcionó a manera de alma máter de Piedrabocha y El Tinkazo. Reconoce que tuvo que irse de Buenos Aires por el problema político y la situación de violencia que se vivía a mediados de los setenta en la capital argentina. "Los parapoliciales fueron al taller de mi compañera de entonces, así que tuve que irme", recuerda con una extraña mezcla de tristeza y alegría. Alegría porque desde que viajó a El Bolsón y se instaló en la Comarca Andina del Paralelo 42°, su vida cambió totalmente.
"Cuando me fui, estuve viajando por todo el mundo. Viví mucho tiempo en Ecuador, recorrí Afganistán en moto, cuando no estaba todo el quilombo de la guerra... ¡Ni los rusos estaban!", comenta a risotada limpia. Al asentarse en El Bolsón, por consejo de su abuela, que de chico le decía: "Existe un paraíso al sur de Bariloche". Y lo sabía bien, su marido, Calixto Sosa (abuelo de Alejandro), había sido Contador de Tierras y Colonias en la Patagonia, en los años veinte, cuando aquí no había caminos, ni comunicaciones, ni mucho más que unos doscientos pobladores.
Más tarde Alejandro se interesó por el estudio de las aguas, y en 1988 se vinculó con su tío, quien creó el Instituto de Ciencia Hídrica y a través de él logró muchos otros contactos. Estudió todas las áreas referentes al conocimiento sobre el agua y hoy trabaja en un proyecto que ha atraído a toda la comunidad científica. Se trata de un trabajo, escrito en tres tomos, que ahora está pasando a un soporte informático, y que ha sido declarado de interés nacional. Fue nombrado Director de Medio Ambiente en Lago Puelo, pero no aceptó el cargo porque se peleó con los políticos, seres a quienes desdeña (como casi todos los habitantes de nuestro país).
Ahora está trabajando en la cuenca del Lago Escondido, un lago único en la tierra por la pureza de sus aguas, según las palabras del mismo Barzi. Recibió un barco para navegar sus aguas y el apoyo económico de una fundación privada para continuar con los estudios científicos. "Estoy muy apasionado con esto que estoy haciendo, y vivo en un lugar hermoso, donde hay una laguna", declara feliz al tiempo que muestra las fotografías de su paraíso y las de sus hijas en la laguna.
Retomando lo que debería haber sido el comienzo de la entrevista, hablamos de Contraluz, y ustedes deberían imaginarse a un tipo que se saca el sombrero y realiza un saludo de pleitesía a los otros integrantes del grupo. Digo esto porque los admira profundamente. Destaca la integridad, creatividad e impulso de los demás miembros de la banda, y la genialidad en la composición, autenticidad y conducción de Carlos Barrio: "Con Carlos nos hemos agarrado en discusiones muy fuertes, Yo sé mejor que nadie lo americano que es Carlos Barrio, el sentimiento que Carlos tiene por América, y yo tenía un punto de vista diferente a nivel político. Indios sin prisión ES de Carlos Barrio".
Algún día participará de un nuevo disco de Contraluz y, por ahora, prefiere más tocar junto a ellos en un auditorio que se ubicaría en medio de la laguna, frente a un público fiel y comprensivo. Aprendió mucho del folclore argentino y cuenta que su padre tuvo un programa de música clásica durante 18 años en El Bolsón. Gracias a ese conocimiento paterno, Alejandro puede hoy saborear con sus oídos y su espíritu esas composiciones magistrales.
En determinado momento, no sé cómo llegamos a hablar de la situación peligrosa en que se encuentra el hombre contemporáneo, y de cómo las antiguas civilizaciones valoraban otro tipo de vida, mucho más espiritual y verdaderamente humanizada. Coincidimos en casi todas nuestras ideas, y les aseguro que hay Alejandro Barzi para rato.


Un gran abrazo a los que nunca bajan los brazos frente a la adversidad,
Mariano Nicolás Anastassiades
(Hermano Sol)
El Bolsón, enero de 2002.


*Nota: Este es un texto realizado para el programa radial Cronopios sin fama (domingos a las 13, por FM Palermo -94.7 y www.fmpalermo.com.ar- ), y fue leído al aire en enero de 2002.

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